El chinito estampado
en un gran jarrón
fue acusado de decir:
Yantse a mo ruating i pong
chon ki.
El chinito fue llevado
ante un mandarín
y al llegar le dijo así:
Yantse a mo ruating i pong
chon ki.
El chinito no quería
ya vivir en el jarrón
pues estaba dibujado
en las garras de un dragón.
El chinito fué obligado
a volver allí
pero antes dijo así:
Yantse a mo ruating i pong
chon ki.
Cierto día que pasaba
el emperador
el chinito le gritó:
Yantse a mo ruating i pong
chon ki.
Cien puñales apuntaron
a su corazón
pero el pidió perdón:
Yantse a mo ruating i pong
chon ki.
El monarca con clemencia
a sus guardias ordenó
le concedo la existencia
más no sale del jarrón.
Por mil años el chinito
se quedo allí
y jamás volvio a decir así:
Yantse a mo ruating i pong
chon ki.