Todos los días se repite la misma escena en casa de papá elefante, a veces el bonachón paquidermo se enfada de tanto reprender a su hijo, en esas ocasiones, papá elefante enarbola la trompa y agita las orejas colérico, --Para que me habré casado!-- exclama en elefantés, el elefantés es el idioma de Elefancia, mas cuan preferible tener familia que vivir solo, Cri-Crí recuerda la triste vida de un soltero que trabajaba en una oficina oscura, aquel pálido empleado se llamaba Crispín Crespón y tenia un debilidad, tal cosa es común todos tenemos debilidades, pero la debilidad de Crispín era el levantamiento de pesos, podía aguantar a pulso 300 kilos, nadie hubiera sospechado que en aquel cuchitril la existencia de un atlas con mangas negras, las horas de oficina le parecían eternas y cuando por fin llegaba el ansiado momento de salir, Crispín huía corriendo hacia su casa, a salto subía la escalera, esgrimía nerviosamente la llave, penetraba con ímpetu a su cuarto y oh felicidad! Se arrojaba amorosamente sobre las palanquetas, las pesas, las grandes barras de acero y las mecía con pasión en sus brazos, aquello si era vivir, con 80 kilos alrededor del cuello, 200 sobre los bíceps, mas otro cincuenta y pico repartidos en la cintura y las pantorrillas se podía respirar a gusto, al día siguiente malhaya había que volver a la oficina. Repetidas veces Crispín había solicitado en el circo, el puesto de hombre fuerte, mas, ironías del destino, a pesar de su vigor extraordinario el oficinista era muy delgado, no estaba presentable, todo Hércules de circo necesita corpulencia, amplitud de espaldas, exuberancia de carnes, lo que es menester para que los espectadores exclamen: Ah bárbaro! Sin suficientes mantecas no es comercial, así las cosas, un día el flaco Crispín tuvo la ocurrencia, la inspiración feliz y oportuna de abrazar el partido de las papas fritas, las patatas contienen sustancia, fritas y saladas se pueden llevar en una bolsa de papel, para comerse en cualquier sitio, por ejemplo el cine, en la oscuridad el continuo roce de las frituras y el papel produce un sonido penetrante que hace saltar de gusto a los espectadores próximos. Fiel a su plan Crispín comenzó por comer una bolsa de papas fritas, al día siguiente dos, cuanto mas comía mas le gustaban, varios meses después nuestro flaco ya no lo era tanto, diariamente masticaba tal cantidad de papas fritas que no era económico comprarlas por bolsa ahora la adquiría por maleta, sus huesos antes prominentes naufragaron bajo una capa de grasa cada vez mas rolliza, se hizo poco comunicativo ya que no podía hablar y engullir al mismo tiempo, Crispín dejo de ser delgado, era un popular gordito que iba por todas partes cargando su maleta de papas fritas, alzaba discretamente la tapa y zas! zas! Un par de puñados eran ingeridos cada 20 pasos, el volumen del hombre progresaba, y así como las bolsitas de papel fueron en un tiempo insuficientes, la maleta llego a serlo también, Crispín se hacia seguir por una carreta repleta de papas fritas, al año siguiente sustituyo la carreta por un vagón de ferrocarril. La producción nacional de papas doradas, ya no bastaba a surtir los pedidos se importaron del extranjero y hubo que solicitar papas hasta de Papoasia, Crispín agotaba las sartenes internacionales, se hizo famoso y durante algún tiempo sus fotografías salían en los diarios, después ya no, estaba tan gordo que su retrato no cabía en una pagina entera, aunque suene increíble, aun engrosó mas, se volvió esférico, y para cambiarlo de sitio lo rodaban como balón una cuadrilla de trabajadores con azadones sin darse reposo, echaba en su boca paladas y mas paladas de papas fritas, tan monstruoso consumo provoco resentimientos por parte de quienes preferían patatas hervidas, aquella enorme demanda subió el precio a tal punto que los tubérculos se convirtieron en articulo de lujo, para halagar a las damas en vez de un ramo de rosas se les enviaba una papa, la política mundial abandono los laboratorios nucleares e intrigo en la huertas de patatas, como cuando el diluvio la vida peligro porque la humanidad estaba empapada, el desenlace de esta crítica situación se ignora porque a Cri-Crí se le acabo el hilo, se canso de inventar fantasías culinarias y torció su imaginación hasta el desierto en pos de una camello errante.
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