Cuando Hermenegildo era pequeño pasaba todo el tiempo acostado en una cuna, eso indica cuan pequeño era Hermenegildo a pesar de su largo nombre pero por cariño, dieron en llamarlo Childo, aunque todavía no llegaba a la edad que permite dar tirones de cola, Childo ya tenia un gato, esta gato Marramacús también estaba todo el tiempo metido en la cuna con su amito, cierta vez el río aumento súbitamente de nivel y el agua inundo las casas, la cuna del nene flotando fue arrastrada por la corriente, en esa improvisada embarcación iban: Childo tranquilo y Marramacús con los pelos de punta, la cuna fue rescatada al cabo de corta navegación y al mes siguiente cuando casas y calles ya estaban secas todo pareció quedar igual que antes, pero no fue así, dos caracteres se habían definido desde entonces el niño, al ir creciendo se apasiono por los barquituelos de papel, los maderos flotantes y cuanta charca encontraba al paso, en tanto que Marramacús aumentaba el aborrecimiento por el agua y no podia verla ni embotellada, ya siendo un jovencito, Childo soñaba con la marina Marramacús con la cocina, andando el tiempo Childo se alistó de grumete en un barco y si Marramacús no llegó a cocinero fue por preferir la carne ya hervida a cambio de trabajar durmiendo junto al fogón, desde ese día el niño y el gato se separaron, mientras Childo ascendía de grumete a marinero, de marinero a contramaestre y de este a capitán, Marramacús ronco exactamente 23, 427 según un ratón que lo espiaba y que era muy afecto a la aritmética. Childo recorrió los 7 mares, doblo todos los promontorios, lucho contra la marejada y habiendo navegado desde la cuna, logro ser un marino tan experto, que los temporales ya no se metían con el para no perder el tiempo, sin embargo llego un día en que perdió las fuerzas y su cabellera se puso blanca, ya no volvió a navegar pero todas las tardes en la playa, hora tras hora, Childo contemplaba el mar, hasta que se encendían los farolitos del firmamento, así lo conoció Cri-Crí y así lo retrató en una canción.
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