A Cri-Crí le desagradó la ciudad, tuvo que reconocer que había muchas y hermosas estatuas, aunque demasiado tiesas, también abundaban en la gran urbe importantes cruceros de anchas avenidas, donde los peatones se divertían de lo lindo, echando a correr para que no les dieran alcance los automóviles, pero, ni un arrollito ni un solo tronco caído que permita sentarse en el a meditar. Después de corta estanca Cri-Crí abandono la ciudad gris y retorno a su bosque, sin mas peripecias en el camino que haberse levantado un callo en el pe derecho llego al lindero de la floresta asombrando a varios conejos que roían nabos, en efecto sus amigos los animalitos, aunque sintiendo la ausencia de Cri-Crí habían supuesto que permanecería mucho tiempo en la ciudad en la que sin duda le otorgarían algún alto cargo debido a sus habilidades musicales, con instrumentos tan raros como la zambomba, la tipitaña y el sacabuche, pronto corrió la voz de su regreso y alrededor de Cri-Crí se formó un grupo compacto de curiosos que ansiaban escuchar sus impresiones sobre la ciudad lo que mas admiro a sus oyentes fue oírle describir edificios tan altos que parecen 20 casas colocadas una sobre otra, para que quieren en la ciudad construcciones tan elevadas, acaso viven en ella los gigantes? No, los gigantes no viven en esos rascacielos, si en alguna parte viven, nadie sabe donde sea, desde hace mucho se habla de gigantes pero aun no ha sido posible fotografiarlos , parece ser que los gigantes solo se ven en sueños, cuando el anciano Juan Pestañas, arroja polvillo en nuestros ojos, para que, dormidos imaginemos cosas increíbles.