Mexicanismos y preocupaciones
© Francisco Gabilondo Soler " Cri-Crí el Grillito Cantor"


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Cri-Crí fue a visitar a don Pimpirulando. Este, don Pimpirulando, es un enanito con ojos color violeta y una gran barba blanca que le llega hasta los pantuflos.
  Ya cumplio mil años de edad, pero se quita cuatro para finguirse más joven.
  -Oiga, don Pimpi, estoy muy preocupado-- confesó Cri-Crí.-- En muchas de mis canciones hablo con modismos mexicanos.   Temo que en lejanas tierras los niños no comprendan lo que traté de decir.

  Don Pimpirulando se rascó la calva y, tras corta reflexión, opinó:   --Bueno, en caso de que no entiendan algo, esperemos que siquiera les guste la musiquita.
  Esta no es la única preocupacón de Cri-Crí; tiene otra muy reciente: Sucede que fue a visitar un pueblo que se llama San Juan de los Charcos.   Como lo había precedido su fama, Cri-Crí fue muy agasajado; en su honor estallaron buen número de cohetes y, las autoridades de San Juan de los Charcos, le ofrecieron una comilona con platos regionales.   Al final del banquete Cri-Crí recibió un diploma de huésped distinguido y también un obsequio.   El regalo consistía en un elefante.

  Podría creerse que en México abundan los elefantes.   ¡Falso! Un circo había quebrado en San Juan de los Charcos y el elefante fue parte del embargo por impuestos no pagados.   Como el paquidermo comprometía la estabilidad económica del pueblo, las autoridades planearon endilgárselo al primer forastero que llegase.   Tal suerte cupo a Cri-Crí.   Este dio amablemente las gracias y retornó a la capital con el elefante.   La primera dificultad surgió cuando el animalito no cupo por la puerta de la casa y tubo que quedar en la calle, amarrado a un árbol.   Las casas modernas son muy reducidas; cosa natural porque en la ciudad el metro cuadrado cuesta como si fuera cúbico.

  Cri-Crí se resolvió a poner un aviso en los diarios: "Vendo barato hermoso elefante". Ninguno contestó.   Días después, Cri-Crí hizo publicar otro aviso: "Regalo elefante que come poco".   Tampoco nadie se interesó.   Un tercer anuncio ofrecía: "Dare diez monedas de oro a quien acepte un elefante delgado".   Ante la tentación del dinero acudieron algunos individuos, pero todos ellos dijeron que el elefante se veía gordísimo. "No lo crean ustedes", repetía Cri-Crí. "Realmente está desmejorado, sólo pesa 1800 kilos".

  Siendo imposible deshacerse del paquidermo, Cri-Crí cambió su casa por un corral en los aledaños.   Pero la ciudad va creciendo día con día; muy pronto Cri-Crí y su elefante tendrán que largarse más lejos. La expansión de la ciudad va borrando los típicos arrabales de antaño. Fenómeno arquitectónico que amenaza tambien a cierto gato encariñado con las callejuela torcidas.


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