Mas equivocaciones de Cri-Crí
© Francisco Gabilondo Soler " Cri-Crí el Grillito Cantor"


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Con la fabulosa riqueza adquirida, la familia Churrisbrantes quedó muy por arriba de Cri-Crí.   Tentado estuvo éste de hacerles una visita para felicitarlos por su buena suerte, pero ignorando el nuevo horario de recibimiento, se abstuvo de ello, limitándose a seguirlos en los periódicos.   Porque los diarios y las revistas reproducían sus retratos en todas las ediciones cotidianas y semanales, sin dejar de fotografiarlos desde todos los ángulos posibles.

    Pareció que al fin se hacía justicia al espíritu metódico de los Gorrisnucas.   Fue fácil enterarse de que a las nueve en punto de la mañana se desayunaban en la terraza de su castillo.   Entre las diez y las doce recibían en otro palacio a personas notables (cinco minutos para cada celebridad).   A mediodía, cuando el sol tocaba exactamente el meridiano, chapoteaban descalzos en su extensa playa privada.   A las dos de la tarde presidían un banquete de 200 cubiertos; si por torpeza de las cocinas hubiera que comer a las tres, los comensales eran 300.     A las cinco de la tarde, en trasatlántico propio, daban un paseo de seis millas debidamnete registradas por los aparatos de a bordo.   A las ocho se dirigían en tranviá particular a un cinematógrafo reservado para ellos y sus amigos, en donde cada noche se proyectaba la misma cinta: una historia del Oeste americano en la que un vaquero heroico triunfa de los villanos gracias a su magnífico par de relojes.

    La pautada relularidad de los acaudalados Torresmochas admiró a la sociedad entera.   se puso en boga la puntualidad, cosa desconocida desde los tiempos de María Castaña, y la ciudad adquirió un ritmo exacto, riguroso.   Hasta los incendios y los choques tuvieron que suceder a horas fijas.   Los bohemios, los abogados y todos aquéllos afectos a hacerse esperar fueron considerados enemigos públicos.   Cri-Crí mismo, que tampoco se mata por llegar temprano, se vio amenazado por la intransigencia horaria.   "¡Nos estamos volviendo más británicos que los ingleses!" exclamó, y sacó pasaporte para dirijirse a Jauja, a Ronconia. ¡Adonde fuera! Cri-Crí se marchó lo más lejos posible, hasta la estepa rusa donde es fama hay lobos que muerden las pantorrillas, pero sin cuidarse de la hora.


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