Por aquel tiempo Cri-Crí conoció a la familia Romesgánchez o Ranchosgómez (Cri-Crí tiene el defecto de equivocar apellidos). Recuerda que era gente muy metódica. A las siete; el padre al trabajo; a las ocho: los niños al colegio. La madre quedaba en casa laborando bajo un horario riguroso. Para visitarlos era preciso saber a qué hora recibían, so pena de interferir en el puntual programa de los Ranchasguínez. Los metódicos casi siempre prosperan; esta familia, no. A pesar de su excelente distribución del tiempo, estan más cerca de la pobreza que de la holgura. Varios días despues los diarios locales y foráneos soltaron el notición: el gran premio imternacional de muchos millones había tocado al billete en poder de la familia Granjasrollos. Con esa debilidad suya de confundir apelidos, Cri-Crí se preguntó si después de todo le habrían hecho caso y, para cerciorase, se dirigio a la humilde casa de los Gimesrunches. De la familia no quedaba rastro; un par de desconocidos vaciaban la casa de triques, trastos y trapos que eran comprados casi en nada por el Tlacuache o Zarigüeya, mamífero que lleva consigo un saco natural, como los canguros.
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