Valor de la fantasía
© Francisco Gabilondo Soler " Cri-Crí el Grillito Cantor"


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Sin los grandes viajes marítimos, a estas fechas quizá tendríamos una mentalidad apenas mejor que la del borrico.   Y es que las travesías, ademas de valor y ansias de descubrimiento, exigieron perfeccionar los conocimientos de su época.   El movimiento aparente de los astros, el cálculo de las distancias, las variaciones de la brújula, la construcción de mapas, la dirección de los vientos y corrientes.
    Cristóbal Colón tuvo que estudiar mucho antes de demostrar la redondez de la Tierra a sus aplanados contemporáneos.

    Para saber cosas hay que acudir a los libros.   Hay niños que adoran los libros más gruesos; pero sólo porque encaramándose sobre un montón de ellos es como logran alcanzar la azucarera puesta fuera de su alcance.
    No falta quien desperdicie los libros y prefiera aprender directamente de la vida; aunque así casi nunca se pasa del prólogo de la existencia.

    Cri-Crí aprendió mucho de los libros; se puede decir que casi todo.   Sólo que los libros que estudia Cri-Crí son de cuentos, cosa nada práctica, según la gente poco imaginativa.   Aunque, tener poca imaginación es disculpable; también se puede nacer con las narices chicas.   Pero, ¿será la fantasía poco práctica?   ¿Qué sensatez indica soñar despierto con piedras que hablan, la esfera de cristal, la alfombra mágica, los carruajes tirados por caballos fantasmas o el obús de Julio Verne?   pues nada, sin acariciar esos ensueños, sin vislumbrar cosas prodigiosas, ¿acaso existirían la radio, la televisión, los aviones, los automóviles y los cohetes espaciales?   Todas esas maravillas ya andaban en los libros mucho antes de que nuestros respectivos abuelitos aprendieran a jugar al ponpon-tata; de modo y suerte que los libros de cuentos no contienen mentiras sino asuntos muy posibles.     La inclinación de Cri-Crí hacia la fábula está lejos de ser inteligente.     Le gustaron los libros de cuentos porque son hermosos y nobles; fue más bien una cuestión de sentimiento.     Claro está que para enterarse de tanta literatura, Cri-Crí tuvo que aprender muchas más letras de las que figuran en su canción de las vocales.


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