Allá en el bosque, sentado sobre el tronco de un árbol caído, Cri Crí se ocupaba en borrar de la pauta muchas notas musicales sin porvenir, un ruido de pisadas en la hojarasca lo distrajo y alzando la cara vio venir hacia él un hombrecillo regordete con una facilidad de palabra que demostraba haber practicado mucho. El recién llegado se presentó: Ditirambo Farfulla a sus órdenes ¿Ordenes ? Cri Crí no se las da a nadie como no sea un reloj despertador para que repiquete a las seis de la mañana. Bien, pues el muy conversador Ditirambo Farfulla resulto ser un publicista en busca de nuevos horizontes. Publicista es aquel que redacta y se encarga de hacer circular anuncios, avisos y toda clase de reclamo comercial. Este Farfulla pretendía entrar al País de los Cuentos, terreno vírgen en cualquier tipo de promociones, mas aunque no se necesite pasaporte al país de los cuentos no se entra así como así. Es preciso tener costumbre de traspasar las fronteras entre lo real y lo imaginario. Como a Cri Crí le encanta introducir gente nueva, con la mejor voluntad tomó la mano de Ditirambo Farfulla y en menos que canta un gallo ya estaban ambos al otro lado.
Hay que confesar que el País de los Cuentos se parece mucho a nuestro mundo, excepto en el modo como ocurren las cosas. Sin dejar de pensar en el interés que le movía, Farfulla encauzó hábiles preguntas para averiguar quien era el personaje más rico en el País de los Cuentos.
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