El enano Nariz Verde
la otra tarde corriendo fue a verme.
-¿Qué te pasa, enanito,
que te ves tan tristón y solito?
-Pues me pasa que a los dados
me ganaron esos condenados;
los tramposos de los gatos
me quitaron hasta los zapatos.
¡Y ahora ya no sé qué hacer,
no tendré ni para comer!
¡No te apures, ponte alegre!
El que juega, todito lo pierde.
¡No seas tonto, Nariz Verde!