A la luz de la luna
salió un renacuajo
con guitarra moruna
y con su traje majo,
y rascando las cuerdas,
que estaban muy flojas,
a una ranita verde
cantó sus congojas.
"Rana, sal a tu ventana,
deja de estar en la cama.
Rana de los ojos pardos,
vente conmigo a los charcos.
Croá, croá, croá, croá, croá,
croá,croá, croá, croá, croá."
Despertó a los cantares
el padre de ella,
un gran sapo muy gordo
color de botella,
y salió hasta la calle
llevando un garrote
y al pobre renacuajo
le dio en el cogote.
"Rana, por ti estoy llorando,
mira, ya se me está hinchando;
puede que el amor te brote,
rana, viendo este chipote.
Croá, croá, croá, croá, croá,
croá, croá, croá, croá, croá. ¡Olé!"