Van los soldaditos llenos de valor,
mas al marchar se olvidaron
que hay que tener tambor;
pero como el batallón
necesita algún tambor,
en la panza le pegan de palos
al sargento Barrigón.

Van los soldaditos llenos de valor,
y al disparar su gran cañón
se esconde el general
porque se siente mal
y las balas le dan comezón.
y con voz de trueno el general mandó:

"Pónganme quince pistolas
colgadas del cinturón;
hoy tendremos que atacar,
enemigos hay allí:
dos muñecos con cara de burla
que se están riendo de mí."

"¡Pecho a tierra por la espalda!", exclamó,
y al disparar el gran cañón
primero hizo ¡Pum!
y luego hizo ¡Pom!,
tirando a los muñecos de cartón.