Otro año que se acaba,
otro año que se va
como estrella que se apaga
en la inmensidad.
Los recuerdos palidecen
en el polvo del desván,
al calor de vida nueva,
de algo que se espera
sin saber lo que será.
Cuando empiezan los silbatos
y los postes a sonar,
cuando vuelan las campanas
sobre el suelo nacional,
cuando truenan los cohetes
en racimos por millar,
es señal escandalosa
del año nuevo en la ciudad.
Cuando surgen los abrazos
y las frases de cajón,
cuando empiezan los muchachos
a gritar sin ton ni son,
cuando el alma de los viejos
disimula emoción,
es señal maravillosa
de que el año ya llegó.